El turismo verde, sustentable y de experiencias, en la agenda de los consumidores

Carreros Alto Río Percy, Chubut(Argentina)//Imagen: Graciela Inés Gallo

Mucho se habla y se dice sobre el desarrollo sustentable vinculado a distintos aspectos de nuestra vida cotidiana, de nosotros como consumidores y de las empresas e instituciones como agentes del desarrollo. La palabra “sustentabilidad” está hoy presente en nuestra vida como hace algunos años lo estaba con fuerza la palabra “ecología”. Todo era “ecológico, verde y amigable con el ambiente” pero, en la práctica, muchos emprendimientos turísticos que se jactaban de estar en esta corriente sólo portaban la denominación y ésta no se correspondía con sus prácticas diarias, y mucho menos guardaban coherencia entre lo que decían ofrecer y lo que realmente ofrecían a los turistas.

Hoy, un público más informado y exigente con respecto a la responsabilidad con el medio ambiente se muestra particularmente interesado en las opciones turísticas “verdes”, sustentables y de experiencias. Ante una demanda creciente de turistas que buscan contacto con el entorno, cabe profundizar sobre a qué nos referimos cuando mencionamos estos tres ejes que influyen en la decisión de compra al momento de elegir dónde pasar las vacaciones, unos días de relax o de actividades plenas.

Existe una tendencia generalizada a utilizar estas tres definiciones como sinónimo. Aunque parecidas, ofrecen potenciales de complementariedad y diferenciales competitivos importantes para quienes ofrecen productos turísticos. Entendido de esta manera, la industria turística Argentina tiene mucho para ofrecer y reconvertirse en vistas de captar mayores adeptos en los próximos años, respetando valores locales, naturales y culturales propios de cada región.

De manera simple, el Ecoturismo, hermanado con las propuestas “verdes”, comprende cinco regiones en Argentina, promueve la conciencia ambiental y los criterios de conservación como regentes de las actividades. Los avistajes de aves, que han tenido gran impulso en los últimos años como producto turístico de nicho, son un claro ejemplo de ello.

Entendemos por Desarrollo Sustentable a aquel que promueve una utilización racional y responsable de los recursos naturales, y agrega como eje de trabajo: el desarrollo económico y socio-cultural de las comunidades en los territorios. Entran en escena así propuestas de turismo comunitario en favor de visibilizar y generar beneficios (tangibles e intangibles) para las comunidades rurales, originarias y para los grupos de productores, generalmente alejados de las grandes ciudades.

Vicuñas en Jujuy(Argentina)//Imagen: Graciela Inés Gallo

El efecto derrame de la actividad turística como destino, debe generar oportunidades para las familias y para más emprendedores en un mismo espacio, por el que el turista está circulando, se mueve y consume servicios complementarios. En este sentido, se plantea un nuevo desafío: integrar propuestas de menor escala a los destinos turísticos tradicionales del país (nieve, mar, carnaval, grandes atractivos naturales, etc.) que beneficien a más personas y ofrezcan mejores experiencias para los visitantes. En la práctica, hablamos de “darle motivos a los visitantes para que se quede más días y para que los beneficios se compartan entre más personas”.

Dudosamente, un turista extranjero que aterriza en la ciudad de Buenos Aires y/o un habitante de cualquier lugar del país, haga más de 500 kilómetros para vivir sólo una experiencia cultural, regional y auténtica de pequeña o mediana escala. Por esto, la diversificación de la oferta es clave. Quienes ya han decidido hacer muchos kilómetros para conocer atractivos tradicionales, no dudarán en quedarse a disfrutar del carácter de la provincia receptora en contacto directo con sus pobladores, con los productores y con los artesanos del lugar. En su defecto, generar proyectos de base asociativa en la que varios oferentes se unen para dar motivos suficientes para hacer esos kilómetros hasta el destino, es una solución con probados resultados exitosos.

Para ello, formar profesionales con una mirada integral del desarrollo de productos turísticos, no solo enfocado en grandes atractivos sino en ofertas complementarias que se enriquezcan mutuamente, a la vez de motivar acciones nuevas para un turista permeable a distintas vivencias, es un gran desafío de la educación superior actual.

Considerando lo anterior, y casi necesariamente, entramos en una búsqueda actual que refiere a la teoría de “Economía de las Experiencias” (Pine y Gilmore, 1999). En este marco, lo intangible cobra vida y es buscado como atractivo. El compartir vivencias y formas particulares de hacer las cosas en las distintas regiones del mundo se vuelve un bien muy preciado. Viajar para descansar es correcto, viajar para “vivenciar” es una búsqueda en permanente crecimiento.  

La actividad turística con criterios de sostenibilidad nos ofrece nuevas y renovadas miradas para el rediseño y fortalecimiento de las empresas de servicios. El turismo sostenible vinculado al desarrollo local nos propone una visión holística y de desarrollo de negocios en su contexto social, cultural y ambiental.

¿Cómo? Entendiendo a los negocios turísticos ya no como unidades aisladas, sino en interacción permanente con el entorno. Animando a los visitantes a comprar en los mercados locales directamente a los productores de la región, difundiendo las propuestas culturales y los atractivos agroturísticos y de turismo de naturaleza en cada destino como agregado de valor a las ofertas tradicionales; inspirando el diálogo entre actores e instituciones para la salvaguarda de las ciudades y poblados rurales receptores; promoviendo el respeto como regente del intercambio de experiencias entre locales y foráneos; dando el tiempo necesario para que quienes se alejan por un rato de su entorno cotidiano, puedan “desacelerarse” y disfrutar de un mate lento, en el que las palabras y los silencios enriquecen los momentos.

El desarrollo sostenible vinculado a la actividad turística no debería ser considerado una opción, sino una condición sin excepción en la formulación, implementación y desarrollo de cualquier propuesta. Para ello, el trabajo con los actores locales y regionales, con los posibles emprendedores y con las comunidades es clave.

Graciela Inés Gallo: Dir. de la Lic. en Administración Hotelera y Dir. de la Diplomatura en Turismo Sostenible en la Escuela Argentina de Negocios – EAN. Lic. en Comunicación Social (UNLP) con especialización en Turismo Rural y Desarrollo Sustentable. Docente Autorizado de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Técnico Asesor de INTA Argentina.
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