Malcata, pasión por el turismo rural en Portugal

Elaborar el pan casero es uno de los atractivos de Malcata.

Cuando pensamos en viajar, no siempre nos acordamos que, a veces, los lugares, que, a priori, nos parecen más sencillos, pueden ser, al final, los mejores destinos. Malcata es un pequeño pueblo del centro de Portugal, de la región de Beira Alta, muy cerca de la frontera con España, a la altura de la provincia de Salamanca.

Situado a  4 horas de Madrid y a 3 de Lisboa, Malcata no tiene ni hoteles (tan solo posee una modesta casita rural de huéspedes, La Casa das Camelias), ni resorts, ni parques temáticos, ni restaurantes con estrellas Michelín, etc. Pero, lo que sí posee, es un grupo de personas, valientes, comprometidas y apasionadas, reunidas entorno a la Associaçao Malcata com futuro, que se han propuesto revitalizar su aldea, fomentando un destino de turismo rural honesto y sostenible.

La sede de la Asociación Malcata con Futuro.

Como tantos otros pueblos en la Península Ibérica, algo que España comparte con Portugal, las pequeñas poblaciones rurales se están muriendo, con el éxodo rural a las ciudades, dejando atrás lugares prácticamente desérticos, donde sobreviven, con una economía precaria de subsistencia, tan solo algunos ancianos. 

Malcata no es una excepción a esta sangría y abandono. Tiene unos 300 habitantes (aunque muchos van y vienen en la ruta de la emigración a Francia), numerosas casas deshabitadas, no hay niños (por lo tanto no hay escuela) y los turistas, ignorantes de la belleza de la aldea, pasan de largo, visitando tan solo Guarda, “capital” de la región.

Casa de Malcata.

Sin embargo, el pueblo de Malcata tiene un potencial turístico sobresaliente que pretende buscar en sus raíces más profundas, recuperando lo ya existente o lo que se está perdiendo, sin crear artificios extraños, y desarrollando todas sus potencialidades. Este turismo sostenible, sabedor de las riquezas de la comunidad y del campo, como su saber hacer, a nivel gastronómico, con las recetas tradicionales, el valor de las plantas, de las hierbas del entorno utilizadas para diversas dolencias, el arte de elaborar el pan en el horno de leña, o la recuperación arquitectónica conforman, tan solo, algunos de los objetivos de la Asociación.

Isabel Martins en su taller de bracejo.

Algunas de sus “alma mater” son mujeres con la sensibilidad y la fuerza suficientes para llevar a cabo tan vasta tarea. Es el caso de Isabel Martins, creadora de Brace´arte (isagmartins58@gmail.com), que promueve numerosas actividades, entre las que sobresalen los atractivos workshops de manualidades de bracejo, una especie de esparto, con el que se crean verdaderas obras de arte, como posaplatos, alfombras, bolsos o llaveros, entre otros. También, está Sandra Varandas, cuyo profundo conocimiento de la Serra de Malcata (la bellísima Sierra de la Reserva Natural de Malcata, lugar de paseos bellísimos, donde todavía se pueden encontrar linces ibéricos, especie en extinción de la Península Ibérica) admira al forastero o Maria José, experta panadera y cocinera.

Una de las huertas de Malcata.

Junto a otros habitantes de Malcata, todos llevan impulsando, desde hace ya unos años, la economía rural de su tierra, con la voluntad de repoblar el lugar y de atraer turistas que busquen experiencias auténticas, sin masificación. Al forastero que se acerque a Malcata le esperarán una acogida y una amabilidad fuera de lo común de unas gentes tan hospitalarias que, en pocos minutos, le parecerá estar en su propia casa.

Calle de Malcata.

¿Qué podemos encontrar en Malcata?

Cuando nos aproximamos a Malcata, lo primero que llama la atención son los bellos parajes de la Reserva Natural, donde los castaños centenarios se unen a los pinos. El silencio, algo tan preciado, para los urbanitas nos envuelve desde que ponemos el pie en el pueblo. Los 300 habitantes de Malcata se reparten a lo largo de callecitas de casas de piedras oscuras y otras de cal blanca, que van a dar a la plaza central, la del Rossio, donde se erige una torre antigua con un reloj que marca cada hora. En el afán de reconstrucción arquitectónica, llaman la atención unas encaladas casas con flores frente a las de la Asociación, donde tienen su sede el taller de  bracejo de Isabel Martins (que cualquier turista puede realizar poniéndose en contacto con ella) y, al lado, el horno comunitario donde se elabora el pan y se dan clases para quien quiera conocer en primera persona el proceso de elaboración.

Muestrario de algunas de las obras creadas con bracejo por Isabel Martins.

Un paseo por Malcata nos descubrirá la queijaria (quesería), el antiguo molino donde se hacía la harina (hoy brillantemente reconstruido para las visitas) o las encantadoras callejuelas de casas de piedras. Por la calle principal, la rua da Moita, podemos ver hermosos huertos de las propiedades o llegar hasta el bar donde tomarnos un delicioso café portugués (uno de los mejores de Europa) y, donde si lo acordamos, nos pueden cocinar algo. La gastronomía portuguesa es rica, copiosa pero sencilla y saludable a la vez. Desde las sardinas, los tomates (en este caso, cogidos de las propias huertas del pueblo), sus excelentes sopas de patatas y legumes (verduras), su bacalao o sus arroces como el arroz do pato y, como no, los incontables dulces y compotas caseros que aderezan desayunos y postres son otro de los atractivos de una zona tan genuinamente rural, donde los alimentos van de la tierra al plato directamente.

Tomates y patatas de las huertas de Malcata.

Pero, además, la región es ideal para hacer senderismo por la Sierra de Malcata. Un paraje sereno, relajante y acogedor que favorece caminatas de nivel bastante fácil, accesibles para muchas personas. Desde la Asociación, se está trabajando en el proyecto de favorecer el senderismo con nuevas indicaciones de rutas, para facilitar la orientación al paseante. La Naturaleza rodea al pueblo de Malcata y se perpetua hasta en los espectaculares cielos estrellados, donde se pueden descubrir, con una nitidez asombrosa, todas las constelaciones, mientras se da un paseo por los alrededores del pueblo.

Vistas de la Sierra de Malcata.

A Malcata se puede decir que no ha llegado ningún turismo destructivo del entorno. Por eso, aquí, todavía se puede disfrutar de las cosas más naturales, más placenteras y más tradicionales, ideales para unas vacaciones relajadas y saludables. El pueblo de Malcata es, actualmente, un ejemplo de desarrollo sostenible y humano, cuya visión de futuro hace de este lugar un potencial de turismo rural que ya, hoy, empieza a ser una realidad.

Carmen Pineda: Inquieta, rigurosa, sensible y amante de la cultura (sobre todo el cine), el turismo, la gastronomía y los viajes. Me gusta comunicar y escribir sobre mis experiencias y sobre el mundo en general.
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