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Lobo ibérico
En la década de 1970, el lobo ibérico se había reducido hasta bordear la extinción / Imagen: Wikipedia

Ecoturismo lobero: ¿puede ayudar a los lobos y a los pastores? (Caso: La Sierra de la Culebra)

El lobo, uno de los animales más carismáticos, es también uno de los más controvertidos. Dado que históricamente su presencia abarcó la práctica totalidad del hemisferio norte, la figura del lobo ha estado presente en numerosas culturas, recibiendo múltiples significados. Si nos centramos sólo en las culturas europeas, encontraremos ejemplos tan destacados como la loba Luperca, que amamantó a Rómulo y Remo, y por ello fue considerada como un símbolo del Imperio Romano, o Fenrir, el lobo gigante que devorara a Odín en el Crepúsculo de los Dioses de la mitología nórdica. El lobo funcionó como símbolo de valentía, como representación de los valores del guerrero; su efigie fue utilizada para resguardar templos e incluso ha habido pueblos que se consideraron descendientes de los lobos, como los dacios o los etruscos.

Con la llegada del Cristianismo, el lobo fue adquiriendo una connotación maléfica, diabólica, propia de un ser vinculado a las fuerzas del mal, y tal vez ésta fuera la causa de que, en naciones como España, llegase al siglo XX con una pésima imagen. En efecto, en este país, el lobo fue considerado como una plaga y una amenaza tanto para el ganado como para los propios humanos. Había, además de leyes que favorecían el exterminio de este animal, un estado de ánimo en las personas que las impulsaba a perseguir y matar lobos, haciendo uso de armas, venenos y todo tipo de trampas. Debido a ello, la población de lobos descendió enormemente. Si mediados del siglo XIX ésta ocupaba casi toda la Península Ibérica, en la década de 1970 se había reducido hasta bordear la extinción.

Es entonces cuando cobra una gran influencia la figura de Félix Rodríguez de la Fuente (1928-1980), un carismático naturalista que a través de sus participaciones en los medios de comunicación consigue cambiar el modo en que la sociedad española percibía al lobo, evitando su desaparición, algo que desgraciadamente sí sucedió en otras naciones europeas. Hoy día, uno de los principales legados de Félix es que España cuente con la población de lobos mejor conservada de toda Europa occidental, alrededor de 3,000 ejemplares, la mayoría ubicados en el noroeste de la Península.

Del mismo modo, en parte gracias a su influencia, el lobo ya no es visto como una alimaña sino que posee para muchas personas una imagen muy positiva. Esto hace que se haya desarrollado un interesante ecoturismo lobero en algunas zonas del país, de las cuales el ejemplo más destacado es la reserva regional de caza de la Sierra de la Culebra, incluida en el Plan de Espacios Naturales Protegidos de Castilla y León y también en la Red Natura 2000. Se trata de una zona de 70,000 hectáreas enclavada en la provincia de Zamora, que limita con la comunidad autónoma de Galicia y también con Portugal. En las localidades de esta zona han surgido diversas empresas que ofrecen actividades de observación de lobos, buscando el aprovechamiento del lobo vivo, ya no como especie cinegética.

El elemento básico de esta floreciente oferta ecoturística es la espera, que, como su nombre indica, consiste en aguardar el avistamiento del lobo en lugares al efecto, generalmente con ayuda de equipos ópticos de largo alcance, puesto que la distancia mínima para que el avistamiento no cause molestias a los animales es de unos dos kilómetros. Las esperas suelen completarse con actividades como talleres o senderos interpretativos, que ayudan a conocer mejor al lobo, su entorno y su significado ecológico y cultural.

El típico turista lobero es una persona (60% hombres y 40% mujeres) de alrededor de 40 años, con estudios universitarios e interesada en el simbolismo del lobo. Suele hospedarse unas dos noches en el destino. Se estima que el ecoturismo lobero generó en 2020 unos ingresos de 700,000 euros (divididos a partes iguales entre las empresas y la población local) lo cual hace que el lobo sea visto como un elemento esperanzador para los habitantes de una región muy empobrecida y tremendamente golpeada por la emigración. Aunadas a los beneficios económicos del ecoturismo, algunas medidas gubernamentales también ayudan a la conservación del lobo, sin que la misma represente un grave problema para los ganaderos en éste y más lugares de España. Sucede así con las indemnizaciones por ataques al ganado (escasos en la Sierra de la Culebra, por las características de la ganadería de la zona) o los apoyos para establecer medidas preventivas, como por ejemplo, la construcción de cercados y corrales o la compra de mastines capaces de defender a los rebaños.

Los horribles incendios de junio de 2022 en la Sierra de la Culebra, que destruyeron miles de hectáreas de bosque, obligaron a desalojar once pueblos y afectaron a numerosos animales, entre ellos a varias manadas de lobos, han representado sin duda un durísimo reto para esta región. Sin embargo, unos meses después, la situación ya parece estar volviendo a la normalidad, algo a lo cual colaboran los lobos en su papel de superdepredadores, eliminando ejemplares débiles o en mal estado de otras especies. Por otro lado, el ecoturismo lobero parece haber llegado para quedarse, más allá de este fuerte bache y por más que éste se produjese cuando aún no se habían superado, ni mucho menos, los efectos de la pandemia sobre el sector turístico.

Existe, con relación al lobo, un choque de puntos de vista entre el mundo urbano y el rural. Mientras que en el primero se reviste al lobo de un aura casi mística, en el campo se le ve todavía como una amenaza para el ganado. En muchas ocasiones, los debates entre ecologistas y ganaderos reproducen con exactitud esta dicotomía (dejaré por ahora las particularidades de la perspectiva de los cazadores, el tercer grupo implicado). Y, al respecto, me parece interesante que ambas partes apuesten decididamente por el ecoturismo: cuando coinciden dos grupos que en otros aspectos se hallan en posiciones tan opuestas, quizá deba tomarse como una buena señal. Si esto es así, el ecoturismo se podrá convertir en un elemento clave para desarrollar una plena convivencia entre humanos y lobos.

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Acerca de José María Filgueiras Nodar

🇪🇸 🇲🇽 Soy Licenciado y Doctor en Filosofía, con un Master en Administración y Dirección de Empresas. Trabajo como Profesor-Investigador en la Universidad del Mar (Huatulco, Oaxaca), donde doy clases de Mercadotecnia General y Turística desde 2007, además de dirigir el Instituto de investigación de Turismo.

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