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Vista general de la casa en la finca La Nava del Barranco

Finca “La Nava del Barranco”: ¿Y si los sueños se hiciesen realidad?

Dice una de las canciones más bellas del Musical de Don Quijote: “Soñar lo imposible, soñar…Querer un sueño imposible, con fe una estrella alcanzar, ese es mi afán y lo he de lograr”. Pues, justamente, en tierras de Don Quijote, en la provincia castellano-manchega de Ciudad Real, cerca del campo de Montiel y de la ciudad de Villanueva de los Infantes, conocida por ser el origen del caballero de la triste figura ya que ahí inició sus andanzas, se encuentra un lugar de ensueño…

Hablamos de una finca espectacular, La Nava del Barranco, un alojamiento más cercano a un hogar o a una casa que a un hotel estandarizado de alto nivel donde, sin embargo, lo más excepcional, lo más exclusivo y lo más refinado se conjugan con un nuevo y diferente concepto de lujo.

No se trata de entenderlo como un derroche de prestaciones sin fin, sino de sentirse en un ambiente sosegado, sofisticado y delicado donde el buen gusto, la medida y la elegancia predominan. Una experiencia difícil de describir que hay que vivir para entenderla e impregnarse de su filosofía.

La Nava, como otras fincas que lleva la empresa events of excellence, es un refugio de bienestar y confort que casa perfectamente con una sencillez elegante y discreta, a medio camino entre el ambiente refinado inglés de la serie televisiva “Downton Abbey” y la mítica película “Memorias de Africa”, basada en la autobiografía de la danesa Karen Blixen.

La biblioteca de la Casa

La Nava del Barranco es una finca de 3,000 hectáreas de naturaleza impactante y flora bellísima, donde las jaras, las encinas, los olivos y los montes que lindan con la provincia andaluza de Jaén se fusionan con animales como ciervos, venados, muflones, jabalíes, perdices o 9 linces, por solo citar algunos.

Situada, por carretera, a dos horas de Madrid, la propiedad se nos aparece en su inmensidad al llegar, con la espléndida casa, enclavada en uno de los altos de la finca. Este lugar que tiene todas las ventajas de un hotel de 5 estrellas pero bajo la forma de un hogar donde un equipo sobresaliente le acogen a uno con hospitalidad, calidez y privacidad recibe, a lo largo del año, numerosas personalidades internacionales que buscan relajarse en un sitio diferente, más personal, con estilo y confort y que pueden llegar, si no lo hacen por Madrid, por avión, en la pista de aterrizaje que posee la finca.

La casa, decorada con maderas y tejidos españoles, en un estilo de diseño rústico chic y elegante, posee 16 preciosas y acogedoras habitaciones repartidas en dos plantas, con vistas a la naturaleza y a los montes, un gran salón, una recoleta biblioteca, un comedor principal presidido por una gran chimenea y un porche acristalado para los desayunos. El edificio posee, además, una “infinity pool” desde donde las vistas de los montes son espectaculares.

Vista de una de las habitaciones.

Pero, como se dice, una casa adquiere el alma y el espíritu de quien está dentro y esto es lo que ocurre en la “Nava”. El servicio profesional, discreto y profundamente respetuoso que atiende en todo momento al cliente adoptando la filosofía de la casa del todo “a medida” o “Taylor made” que la familia, propietaria de la finca desde generaciones, ha sabido transmitir es fundamental en “La Nava”.

Cada detalle, cada deseo, cada anhelo (desde cursos de cocina, yoga, flamenco hasta masajes o spa) son automáticamente cumplidos por parte de las gobernantas, doncellas, mayordomos, camareros o mozos (un equipo que puede llegar hasta los 90 trabajadores), todos derrochando amabilidad y haciendo gala de una elegante cercanía que los huéspedes admiran desde el primer momento. Parte de esta filosofía es que el “No” ya no tiene cabida.

Set de mesa con vajilla de porcelana.

Todo es posible en esta finca manchega donde la exquisitez y el refinamiento más clásico se aúnan, ya sea recibiendo a nivel particular a personas de diversos países o a nivel corporativo (muchas empresas acuden a celebrar sus reuniones o convenciones). En La Nava, se suele alquilar la casa siempre para un mismo grupo de personas. Todo (incluido las reservas) funciona a través de su propia oficina de administración, en pos de la discreción y la exclusividad. La gastronomía sigue la estela del refinamiento y la calidad del resto. Los huéspedes pueden elegir de antemano sus menús, que suelen combinar recetas de la cocina más clásica de inspiración francesa con los alimentos saludables y platos más típicos de la cocina manchega y española como el cochinillo, la perdiz o las costillitas de cordero, siempre con un producto fresquísimo de calidad superior.

El campo de la finca donde se realizan multitud de actividades.

Evidentemente, en la Nava, el huésped no vive sólo en el interior de la casa sino que los extraordinarios parajes se prestan a multitud de actividades al aire libre, como una de las diversiones estrella: el safari fotográfico en vehículos 4×4, donde la inmersión en la naturaleza y en la fauna es simbiótica. Las rutas a caballo con equinos provenientes de las caballerizas de la finca, el tenis, los quads, el senderismo o los vuelos en globo son sólo algunas de las posibilidades para hacer en el campo, además de realizar excursiones fuera del recinto que los huéspedes podrán hacer si lo desean, como visitar el salto del agua de La Cimbarra, a pocos kilómetros, ya en la provincia de Jaén.

La mesa dispuesta para la comida campera.

Pero, quizás, uno de los aspectos más fascinantes de esta experiencia es la comida campera (o cena, en algunos casos) que el equipo de la Nava organiza elaborando el menú “in situ” con una cocina móvil que se instala en pleno campo. Una puesta en escena de cine (aquí, más que nunca, nos acordamos de ciertas escenas de “Memorias de Africa”), con una mesa montada exquisita, digna del mejor salón, gracias al buen gusto, la delicadeza de las vajillas de porcelana y de los manteles y servilletas, sello inconfundible de la casa, que acompañan una rica comida de gran refinamiento.

¿Sueño, realidad? Si Don Quijote volviera a cantar las palabras del célebre Musical, después de vivir la experiencia de la Nava, comprobaría que “querer un sueño imposible” es, desde ahora, un poco más fácil de lograr.

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Acerca de Carmen Pineda

Inquieta, rigurosa, sensible y amante de la cultura (sobre todo el cine), el turismo, la gastronomía y los viajes. Me gusta comunicar y escribir sobre mis experiencias y sobre el mundo en general.

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