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Anfiteatro en playa Miracle de Tarragona España
Vista panorámica de la playa Miracle en Tarragona, España. En primer plano el Anfiteatro / freepik.es

Recuperando las ganas de desplegar nuestras alas en verano

“El paraíso lo tienes al salir de casa” ha sido, tradicionalmente, uno de los muchos mensajes del marketing del turismo veraniego. En los últimos 6 meses del “especial 2020”, entendimos que el paraíso estaba dentro de casa, como freno preventivo para protegernos de la pandemia que convivía con nosotros y hacía daño en los cuerpos en los que se aloja. En la “antigua realidad” disfrutábamos los veranos explorando diversos lugares remotos dentro de España y Europa, en busca de tesoros pocos conocidos o redescubriendo otros ya vividos guiados por visiones o expectativas que afloraban de emociones que estuviésemos viviendo en ese momento y
procurando un reencuentro con nuestro ser interior y nuestra familia. Vivimos momentos inolvidables.

Como un rayo, mi memoria evoca el viaje con nuestra madre y tía, venezolanas que a sus setentas y tantos años decidieron cruzar el charco y embarcarse en nuestras aventuras por la campiña francesa y compartir experiencias de vida con su familia. Sus almas de niñas se recreaban y se excitaban ante la belleza del paisaje, lo desconocido o simplemente la cotidianidad de sus habitantes.

Célebre aquel momento en que mi madre quiso tomar una fruta de un peral en una propiedad privada, donde una de sus ramas se asomaba a la carretera, tentando a los viajeros a realizar alguna travesura. Cumpliendo su sueño, vimos acercarse al dueño de la fruta tentadora, ella en un momento de miedo caminó apresurada hacia el coche, conmigo de escolta y cómplice de la travesura, no contando que la altura del coche, una mini van para transportar a los 6 aventureros, no permitiría escaparse de su fechoría. Ni con su consabido buen ánimo, ni la ayuda trasera y delantera que se le ofrecía para que estuviese a salvo de cualquier bronca del agricultor, le permitieron realizar la magistral escapatoria. Quedándose en el umbral de su fuga atascada en un episodio de risa originado por la aventura, alegría, susto y satisfacción de haber alcanzado el sueño de “hurtar” la preciada fruta. Contagiados con sus grandes carcajadas, lejos de escaparnos no quedamos disfrutando tan hermoso momento. Al volver la cordura nos percatamos que éramos observados por el encargado del huerto, extasiado con tan semejante comedia y con las manos repletas de las riquezas de su tierra para nuestra madre. Agradeciéndole por haberle regalado tan agradable escena.

Así continuamos nuestro periplo entre aventuras y emociones a flor de piel. Pero no crean que este ha sido el único momento inolvidable de los veranos, todos han sido únicos y memorables, vividos y disfrutados a plenitud. Han estado disfrazados de “aventuras, conexiones y emociones”. Impulsados por nuestras ganas de celebrar la vida.

Para recuperar la alegría, la inocencia y las ganas de desplegar nuestras alas de aventuras, en el pasado verano la familia repensó las prioridades y la forma de cómo viajaríamos. Transformamos nuestras expectativas, sin negociar los momentos memorables y enriquecedores, en medio de una economía fuertemente trastocada por las consecuencias de la pandemia. Con nuestro coche, equipaje playero y ganas de disfrutar, nos embarcamos rumbo hacia la costa dorada y disfrutar por pocos días el mar, la naturaleza y el bienestar emotivo que regala Tarragona a sus visitantes. Sin bitácora definida llegamos a la playa Miracle bañada por el mar Mediterráneo y panorámica de los vestigios del imperio Romano que engalanan la ciudad. Adaptada al atípico verano, permitió el disfrute de nuestro grupo familiar en solitario en un espacio reducido, para mantener la consabida distancia social. La arena que con la caricia de la brisa, nos regaló arte en movimiento y nuestro sobrino “peque” gozaba el momento en plenitud y danzaba al ritmo de las olas que acompañaban el escenario artístico. Con mis pies hundidos en la arena y parpadeos me embelesé con tan hermoso paisaje, pintado por el ocaso del sol, el mar infinito y el baile del niño. Era momento de redescubrir el mundo arquitectónico Tarraco. Satisfechos con un desayuno al propio estilo catalán, nos adentramos en el interior de su Imperio, paseando en su Anfiteatro y Circo. Recintos inolvidables que nos invitan a emular las aventuras de los Romanos en esta Ciudad Española. Callejeamos hacia la Plaza del Forum y Catedral de Tarragona, sus paisajes y estilos arquitectónicos iban dando forma a las rutas que ya teníamos encaminadas. Miramos con el corazón y tocamos con los ojos. Respetando sus mundos e historias. Andando paseamos por la Rambla Nova y sus alrededores, haciendo cumbre en el Balcó del Mediterrani, con unas impresionantes vistas del Mediterráneo, el Puerto y Anfiteatro.

¡Otro día, nueva aventura! Rumbo a la Cala de l´Illot paseamos por mágicos caminos y senderos. Cuesta llegar hasta ella pero las vistas valen la pena. Nos embriagamos con el olor que nos regalan sus pinos que se funde con el del mar. Gozosos y gloriosos momentos. Lo curioso del caso es que, durante todo el viaje, los paisajes en una danza perfecta con la brisa, susurraban remembranzas góticas y entonaban melodías de alegría y agradecimiento a los viajeros. Felices de que disfrutaran sus bendiciones ese verano.

Te invito a vivir estas experiencias, regalan vida. No se trata de andar con rodeos, para regocijarse en estas sensaciones, la mente debe estar centrada en el momento, se debe disfrutar de la naturaleza y vivir el Presente. Dejar que nuestro espíritu de aventuras nos guíe. Con todo esto construimos nuestros viajes cada verano.

Este fue un verano más mágico que alternativo. Desplegamos nuestras Alas de Aventuras.

(Casofia, octubre 2020)

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Acerca de Carmen Sofía Sandoval Mata

🇻🇪 🇪🇸 Trabajé en ámbitos del sector público turístico Venezolano, participé en colaboraciones internacionales para planes de turismo como experta venezolana; en los últimos diez años he asesorado en inversión privada, en España apoyé en gestión de pisos turísticos en plataformas digitales. El turismo es mi pasión en redes sociales, escribo #TurismoPostCovid y subo fotografías de paisajes que motivan y regalan.

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