El secretario de Turismo Federal del gobierno mexicano Miguel Torruco Márquez anunció la liquidación inminente del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM por sus siglas) como parte de las medidas de austeridad republicana tomadas por el ejecutivo federal encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
A priori es una noticia que impactó con sesgo negativo a la comunidad Turística. Sin embargo, no debemos de perder de vista el contexto sociopolítico y económico que vive México en los esfuerzos por eficientar productivamente los recursos de la federación.
De acuerdo a su portal web el CPTM es “el organismo encargado de coordinar, diseñar y operar las estrategias de promoción turística a nivel nacional e internacional, así como promocionar el sin fin de increíbles destinos y actividades que México te ofrece, en los mejores escenarios, naturales y culturales.”. Esta razón de ser del organismo sin duda entra dentro de las principales atribuciones y funciones que tiene la Secretaria de Turismo de acuerdo a su misión: “Conducir el diseño e implementación de las políticas públicas orientadas a fortalecer el desarrollo de la actividad turística, promover la innovación en el sector, mejorar la calidad de los servicios turísticos y la competitividad del turismo nacional, impulsando estrategias transversales que articulen las acciones gubernamentales, del sector privado y social, contribuyendo al crecimiento sustentable e incluyente del turismo”.
Con un oneroso presupuesto que ronda los diez mil millones de pesos el sexenio pasado y que fueron manejados de forma discrecional, el CPTM tiene sus pros y sus contras por lo que supongo que esta es una medida que obedecería la lógica del gobierno de adelgazar el obeso aparato burocrático existente y redireccionar los grandes presupuestos de los organismos que incurren en duplicidad de funciones, siendo el cambio de manos de los dineros públicos el trasfondo político de la pugna por el poder: característica en todos los cambios de administración.
Un par de días después ante las enérgicos presiones y catastróficos escenarios declarados por diversos actores de primer nivel de la industria en cuanto a: ingresos, derrama económica, aportación al PIB, posicionamiento global de la marca MÉXICO y otros indicadores que se verán seriamente afectados con la liquidación; el Gobierno de México recula en su plan y decide dejarlo sólo en una reducción presupuestal de aproximadamente el 5.6% con respecto a lo que el CPTM ejerció el año pasado, quedando este en $582.6 millones de pesos para 2019.
Como industria debemos estar atentos a que estos recursos sean debidamente asignados a las estrategias y actividades que mantengan y mejoren los indicadores invocados por los quejosos, además de exigir que tal asignación sea mejorada y se efectúe en términos de calidad y operada en términos de productividad; es decir, que se haga más y mejor con lo mismo o con menos y por supuesto que el alcance de estos objetivos se den en un marco de honestidad y transparencia.
Las actividades de promoción del producto turístico «MÉXICO» debe ser apuntalado no sólo en base al dinero (que obviamente es indispensable) sino también en el aprovechamiento orgánico de su potencial (esta pudo haber sido la oportunidad de medirlo), en la originalidad de estrategias, en la creatividad e innovación; lo cual en México es abundante.
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