Hotel Saratoga antes y despues de la explosiónLa explosión sufrida en el hotel Saratoga dejó un saldo de 47 muertes y más de 90 heridos / Foto: Univisión

Hace unos días me encontraba de visita en la capital cubana, y entre mis prioridades de viaje estaba el presenciar con mis propios ojos lo que había quedado del mítico Saratoga tras aquel fatídico 6 de mayo. Tragué en seco al ver cómo un hotel de referencia en Cuba, del cual había escuchado hablar grandilocuentemente a mi profesora de Gestión del Alojamiento en clases, hoy estaba parcialmente en ruinas.

A más de tres meses de aquella explosión que vistió de luto a toda Cuba, aún son visibles los significativos daños físicos causados al inmueble y edificaciones colindantes.

Mucho se ha difundido en los medios sobre el siniestro; sin embargo, pocos se han tomado la tarea de indagar en la historia del emblemático edificio habanero, cuyas paredes albergan huellas de esplendor y decadencia.

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El hotel Saratoga es un hotel boutique de categoría cinco estrellas plus y estilo neoclásico, situado en el Paseo del Prado, en La Habana Vieja, frente a la Fuente de la India.

Se levantó originalmente entre 1879 y 1880 como almacén de tabaco y vivienda de su propietario, el cántabro Gregorio Palacios, uno de los hombres más ricos de La Habana en las postrimerías del siglo XIX. Contaba con tres plantas, y la superior fue destinada a la hospedería en ese primer diseño.

Esta apuesta de negocio de Palacios tuvo éxito, y en 1911 se mejoraron las instalaciones para convertirlo en uno de los primeros hoteles de La Habana con todos los servicios: el Alcázar.

Dos décadas más tarde, los beneficios de la rama hotelera permitieron nuevas mejoras y su conversión en uno de los mejores establecimientos de la capital, con una animada vida social no solo para sus huéspedes sino también para locales, con eventos y música en directo casi a diario en unas fiestas llamadas “los Aires Libres del Saratoga”.

Ya en 1935 las guías turísticas lo destacaban como uno de los mejores hoteles de La Habana.

Empezaba a nacer el son y el Guantanamera se preparaba para dar el salto de Guantánamo a las calles de la capital. Su música y restaurantes convirtieron al hotel Saratoga, en esos años de nueva política turística, en una atracción para viajeros y transeúntes.

La revolución cubana de 1959 y el derrumbe del régimen batistiano cambiaron por completo los usos del Saratoga: el hotel fue intervenido por el gobierno y acabó convertido en edificio de viviendas. La nueva distribución de los apartamentos a bajo costo afectó la estética interior. Luego, la falta de mantenimiento, unida al clima local, produjo un deterioro tan notable que el edificio acabó desalojado y amenazando ruina.

A finales del siglo pasado, el gobierno cubano volvió a activar el Saratoga.

Las obras arrancaron a ritmo lento y duraron casi cinco años. Al estar en una zona histórica de la ciudad, junto al Capitolio Nacional de Cuba, símbolo arquitectónico y político de La Habana, la arquitectura exterior se cuidó minuciosamente con nuevas plantas que respetaban la estética de las ya existentes.

La degradación interior del edificio no permitió conservar casi ningún detalle de su decoración, aunque el nuevo interiorismo no desdice del estilo de la fachada. Con un restaurante de cocina local de renombre, una piscina en la cubierta superior y una coctelería muy solvente, el nuevo Saratoga reabrió en 2005 como hotel boutique. Su arquitectura responde a la época colonial y a un carácter ecléctico con gran cantidad de elementos de interés como carpintería francesa, cerámicas y mármoles cubanos. Además, la ubicación del hotel, buen servicio, comodidades e historia, lo convirtieron en hogar temporal de algunas personalidades que han visitado La Habana en los últimos tiempos.

Los Rolling Stones tuvieron al Saratoga como su casa en Cuba cuando celebraron su famoso concierto gratuito para los ciudadanos de La Habana en primavera de 2016. Un año después, el rey de Marruecos lo cerró en exclusiva. Mohamed VI lo tuvo a su entera disposición durante diez días para él, su familia y acompañantes en 2017, durante unas vacaciones que no tuvieron en ningún momento consideración de visita de estado. La situación en el desierto al sur de Marruecos y al norte de Mauritania no afectó en ningún momento a la familia real, que tuvo a su disposición una flota de coches de alta gama propiedad del gobierno cubano, aparcados permanentemente frente al hotel. La visita de Jagger y su banda y la del monarca alauí fueron las mejores campañas de marketing posibles para el Saratoga, pues realeza y rock pusieron al hotel en el objetivo de otras celebridades como Beyoncé, Madonna y Will Smith.

El hotel Saratoga sufrió una explosión el 6 de mayo de 2022.

Sin embargo, el brillo del Saratoga se opacaría el 6 de mayo de 2022, aproximadamente a las 11:00 (hora local), con una explosión de gas mientras se llenaba un depósito en el interior del establecimiento desde un camión cisterna, provocando 47 muertes y más de 90 heridos. En ese momento el edificio estaba en proceso de renovación, y se programaba su reapertura para el 10 de mayo de 2022.

No es la primera vez que Cuba se enluta. Podría parecer hasta menor un accidente como este en un país que ha padecido en medio siglo más de 30 huracanes de gran magnitud; decenas de muertos durante el sabotaje de la CIA al vapor La Coubre en el puerto de La Habana en 1960; la voladura de un avión civil con 73 pasajeros en 1976; una cadena de bombas en hoteles y restaurantes en la década del 90; y el accidente aéreo del vuelo 972 de Cubana de Aviación en 2018, que dejó un saldo de 112 fallecidos.

Pero la explosión en el hotel Saratoga no tiene comparación. Lo que hizo de esta historia en particular la Gran Historia no fue la explosión que se sintió en La Habana, ni el humo denso que se podía ver desde las zonas altas, ni la sensación de vulnerabilidad que nos dejó a todos, sino la solidaridad de la ciudadanía que se apiñaba en los alrededores exigiendo un lugar para rescatar a las víctimas de los escombros, donar su sangre para los heridos o aliviar la angustia de los damnificados.

Varias preguntas se agolpan en mi mente a raíz del lamentable accidente, y entre ellas una cuya respuesta resulta preocupante: ¿Se verá comprometida la apuesta de Cuba por consolidarse como un destino de paz, salud y seguridad? Al respecto el gobernador de la Habana, Reinaldo García Zapata, subrayó que este accidente «no tiene que ver en absoluto con la seguridad que ha demostrado Cuba para los turistas internacionales» . Ojalá nuestros fieles mercados emisores tengan en cuenta esto, máxime cuando el suceso tuvo lugar en el período de reactivación del sector turístico cubano tras dos años de parón forzado por la pandemia.

Hoy el hotel Saratoga expone al desnudo sus paredes, semidestruido, rodeado por una valla metálica, y aún trae de vuelta el dolor a aquellos que frecuentan el área. Cierto es que hay despedidas que nunca deberían tener lugar, y en Prado, entre Dragones y Monte, hubo 47 que no debieron haber ocurrido nunca.

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Por Ernesto Pérez García

🇨🇺Estudió Licenciatura en Turismo en la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas. Desarrolló investigaciones sobre el turismo accesible, los atractivos histórico-culturales, el diseño de productos turísticos y los pronósticos de demanda turística. Por otra parte, formó parte del proyecto de investigación titulado: Observatorio Tecnológico del Turismo de Cuba.

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