Pasajeros-en-vuelo

Mucho se ha hablado de esto los últimos meses en internet. Viajar hoy en día ha adquirido un estigma de irresponsabilidad y/o peligro. El debate está en si es una manera de reactivar la economía o un acto egoísta y se dice que lo mejor sería quedarse encerrado hasta que el panorama mejore. Yo creo que como casi todo en la vida, esta situación no es algo de blanco o negro, hay muchos matices y mucho contexto a considerar. 

Si bien esta pandemia ha arrasado con toda nuestra cotidianidad, y durante mucho tiempo estuvimos confinados, la nueva normalidad poco a poco se va colando en nuestro día a día. Así esta sucediendo en todos los sectores de nuestra sociedad, y una de las industrias que más se ha tenido que adaptar es la del Turismo. 

En marzo del año pasado decidí armar un viaje con mi papá a Puerto Vallarta para Navidad, con la esperanza de que para esas fechas, la pandemia estuviera más controlada… y bueno, pues no como tal, pero el viaje ya estaba pagado, entonces nos aventuramos. Muchos familiares y amigos nos criticaron por ello y nos recomendaban que fuéramos conscientes y nos quedaramos en casa para evitar contagiar y contagiarnos. Tanto así que empezamos a tener miedo. 

Pero nos encontramos con varias sorpresas y aprendimos mucho. 

Las medidas de sanitización están a tope en todos lados. Desde el aeropuerto y sus nuevas medidas de check-in y abordaje. Por todos lados hay gel antibacterial y en ningún lugar te permitirán quitarte el cubrebocas. Claro que hay fallas y conglomeraciones, pero es un sistema en constante mejora. Una de las medidas que más me sorprendieron fue que en los aviones ahora se debe abordar y bajar de la aeronave en orden de filas. Esto es algo que se debería quedar para el resto de la vida. Así evitamos chocar unos contra otros en ese estrecho pasillo del avión. 

En el hotel se ven incluso más medidas de sanidad. Constantemente se puede ver a colaboradores limpiando y sanitizando áreas comunes. Meseros, camareros y básicamente todo el personal llevan su mascarilla y careta perpetuamente. A los huéspedes se les pide utilizar el cubrebocas cuando vayan por pasillos y áreas comunes. La habitación tiene sello de garantía de desinfección y algunos servicios como el buffet han sido suspendidos para evitar contagios lo más que se pueda. Y por supuesto, la capacidad estaba al 50%

A pesar de haber sido una experiencia rara y que fuera algo incómodo traer el cubrebocas en la playa, viajar después de 10 meses de no hacerlo, lo valió todo. Incluso con el calor de traer el cubrebocas…y ahí caí en cuenta: yo acostada en un camastro estaba algo incómoda, imaginen cómo estaban los trabajadores. Ellos que se encontraban moviendo, limpiando, trayendo, asistiendo y además, con la mejor actitud, esa que caracteriza al servicio mexicano por cálido, divertido y familiar. 

Hablé con algunos de ellos. Con mi camarera en el restaurante, con el bartender y con mi camarista. Todos y cada uno de ellos me contaron cómo esa temporada (diciembre) es muy buena para ellos, ya que las propinas son buenas y de ahí sacan para pasar felices fiestas, y que este año le echaban más ganas aunque había menos gente en el hotel. 

Esas conversaciones me llevaron a una conclusión. No voy a decir que hay que viajar, pero tampoco que no lo hagan. Solo digo que hay que perderle el miedo. Soy de la idea de que hay que apoyar al turismo porque la familia del bartender que me atendió, de la camarista que hacía mi habitación, de la camarera del restaurante donde comí y de miles de colaboradores más, viven de él, y si ellos están tomando todas las medidas posibles para que lleguemos con toda la confianza del mundo, nosotros como turistas responsables también debemos tomar las nuestras, seguir instrucciones, lavarnos las manos, usar cubrebocas y mantenernos en sana distancia, pero sin estar lejitos, porque el turismo nos necesita tanto como nosotros a él. 

Viajemos responsablemente. Volvamos a confiar en la industria y cuidemosla nosotros para que no vuelva a caer. La nueva normalidad nos traerá más destinos, más experiencias y más ganas de seguir viajando.

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Por Lizette Cruz

🇲🇽 Recién graduada en hotelería, pero eterna aprendiz del mundo.

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