El pasado 4 de diciembre de 2019 se inauguró la exposición “H.R. Giger. Solo con la noche” en Ciudad de México, que reúne todas las creaciones del genio maestro detrás de las aclamadas películas de ciencia ficción “Alien”: Hans Ruedi Giger. Aquí te compartimos nuestra experiencia, anímate a conocerla.
Hans Ruedi Giger, también llamado Hans Rudolf Giger (5 de febrero de 1940-12 de mayo de 2014) fue un artista visual, arquitecto, pintor y escultor conocido principalmente por diseñar y desarrollar la criatura y algunos escenarios de la película “Alien, el octavo pasajero” de Ridley Scott (1979), trabajo por el que obtuvo en 1980 el Oscar al mejor diseño escénico. Su obra ha influido en los diversos campos artísticos, y su estilo continúa manifiesto en videojuegos, música, moda, diseño, ilustración, cine y arte en general. Es un referente de su época, pues marcó un antes y después en la cultura popular y alternativa a nivel mundial.
La exposición “H.R. Giger. Solo con la noche” curada por Carlos Arenas, quien se ha encargado de las 4 exposiciones anteriores de la obra completa de Giger, nos sumerge en la mente oscura de este genio multifacético adelantado a su época, y es la oportunidad perfecta para conocer su evolución en cuanto a técnica, estilo, las temáticas que abordaba, los trabajos pictóricos, escultóricos y de mobiliario hechos como pasatiempo, para sí mismo o por encargo y el proceso de creación de un monstruo que revolucionaría el género fantástico y el terror: Alien.
El estilo “gigeresco” se muestra ante nosotros como un abrazo a la oscuridad que, a su vez, disecciona de forma magistral la sociedad y la mente humana. Cada uno de los paisajes y personajes pintados o modelados por Giger tienen un motivo profundo detrás: son el reflejo de nosotros mismos y del mundo que hemos creado.
Como se dijo con anterioridad, sus obras representan la sociedad humana, en específico, de su época. Entre los males que vivía la sociedad del siglo XX podemos encontrar, de acuerdo a Stanislav Grof: el avance tecnológico descontrolado, destrucción del ecosistema en busca del progreso, uso de drogas para alejarse de la realidad, violencia desmedida, pérdida de la autoconsciencia, la liberación sexual que trajo consigo la propagación de enfermedades como el SIDA, así como la crueldad, conflictos, matanzas motivadas por creencias distorsionadas, y los excesos destructivos de la ciencia. Sin duda, fue una época marcada por la destrucción del hombre por sus propias acciones, por su propia mano, que nos muestra mediante piezas cargadas de misticismo, erotismo, monstruos, paisajes tecnológicos sin vegetación, y humanos con partes robóticas.
En cuanto a estética, el mundo creado por Giger es incomparable. Con su talento innato y su formación en diseño gráfico y arquitectónico como apoyo, combina equilibradamente elementos agradables y desagradables a la vista en un mismo lienzo, con gran calidad técnica y con un lujo de detalles dignos de ser observados concienzudamente. Sus personajes cuentan con partes humanas y mecánicas, lo cual da como resultado un estilo propio: la “biomecánica”. En los organismos creados por este artista, dialogan y se entremezclan la suavidad y dureza, el calor y frío, el hombre y la máquina.
A través de figuras, repeticiones de patrones, imágenes, uso de tonalidades y colores, planos visuales, y símbolos es que la obra de Giger se instala en la mente humana de la cual surgió, evoca emociones desde el asombro hasta el terror y hace una llamada a enfrentar nuestras pesadillas y por consiguiente, a las enfermedades que asolan nuestra propia vida y sociedad.
