Todas las ciudades del mundo construyen un imaginario que las hace únicas y memorables. París, la Ciudad del Amor, eterno telón de fondo para los romances a orillas del Sena. Venecia, la Ciudad de los Canales, deslumbra con su elegancia flotante. Nueva York, la ciudad que nunca duerme, encarna la modernidad bajo el apodo de la Gran Manzana. Las Vegas brilla como la Ciudad del Pecado, donde el exceso y la adrenalina se convierten en estilo de vida. Y en el sureste español, Caravaca de la Cruz se distingue por unir la espiritualidad jerosolimitana con la pasión festiva de Río de Janeiro.
La llamada Ciudad de la Cruz fue distinguida por el Papa como uno de los pocos lugares con Año Jubilar Permanente. Por ello, peregrinos de todo el mundo llegan atraídos por la mística reliquia de la Vera Cruz, buscando vivir una experiencia espiritual transformadora.
Sin embargo, Caravaca rompe los estereotipos: no es solo un destino religioso. Sus calles, llenas de historia y ambiente festivo, ofrecen una mezcla vibrante de fe, cultura y una fiesta única que atrae tanto a devotos como a turistas curiosos.
El corazón de la ciudad es la Real Basílica-Santuario de la Vera Cruz. Desde 2003, por designio papal, Caravaca es destino jubilar internacional gracias a la reliquia sagrada custodiada en la capilla del santuario. Solo en el más reciente Año Jubilar (2024-2025), la Región de Murcia registró un aumento del 60 % en visitantes, con un impacto económico superior a los 200 millones de euros.
Caballos del Vino: la otra cara de la devoción
Pero Caravaca no es únicamente recogimiento. Cada año, del 1 al 5 de mayo, la solemnidad da paso a una explosión de energía con el Festival de los Caballos del Vino, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2020.
Durante esos días, los caballos se convierten en protagonistas de un espectáculo que va mucho más allá del desfile. Tres competencias marcan el pulso del festival:
- Caballo a Pelo: se valora la belleza y forma del animal.
- Enjaezamiento: auténtico despliegue de arte. Los caballos lucen jaeces bordados a mano en seda, oro, plata y pedrería, cuya confección puede tardar más de un año. Es la máxima expresión del orgullo artesanal de las peñas, agrupaciones familiares y de amistad.
- Carrera: el momento culminante. Unos 60 caballos, acompañados por sus peñas, emprenden una subida vertiginosa hasta el pórtico del castillo. El récord vigente es de 7.713 segundos.
Quienes quieran adentrarse en esta tradición todo el año pueden visitar la Casa-Museo de los Caballos del Vino, inaugurada en 2014, que conserva trajes, herramientas y memorias de la fiesta.
Un destino con doble alma
La fusión de lo religioso (la Vera Cruz) y lo festivo (los Caballos del Vino) ha hecho de Caravaca un destino turístico singular, donde lo espiritual convive con lo popular. Este atractivo ha motivado a la Región de Murcia a invertir millones de euros en promoción internacional, rehabilitación de conventos y mejoras en la infraestructura de las rutas de peregrinación.
Caravaca de la Cruz es, en definitiva, un viaje al cruce de caminos entre lo sagrado y lo festivo. Aquí se respira historia, se celebra la cultura, se saborea la gastronomía local y se vive la emoción de lo espiritual entre explosiones de color, música y adrenalina.
Artículo escrito en colaboración con Diana Laura Nunez Ornelas.
Créditos
- Foto: Alterio Felines / Flickr / CC BY-NC-SA 2.0

