cuerpo-de-mujerAutor: Desconocido

Saudade
de quando estávamos juntos
sobre o mesmo chão
E, assim, éramos possíveis.
Fazíamos o mundo.”.

Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), el turismo puede ser comprendido como “las actividades que realizan las personas durante sus viajes y estancias, en lugares distintos al de su entorno natural por un periodo de tiempo consecutivo inferior a un año con fines de ocio, por negocios y otros motivos.”

Entre críticas y debates, la definición de turismo de la OMT es la más comúnmente aceptada y suele ser usada para respaldar investigaciones y gestionar datos del sector.

Basándonos en esta definición ya es complicado, por no decir imposible, considerar al turismo virtual como un verdadero turismo, una vez que no hay una real movilidad y tampoco existe la motivación económica que posibilita el turismo que tanto echamos de menos; el turismo virtual sería más una práctica de ocio, de entretenimiento.

Harari, en su libro 21 Lecciones para el Siglo XXI, nos recuerda en el capítulo nombrado Comunidad que “los humanos tienen cuerpos. Durante el siglo pasado la tecnología nos alejó de nuestros cuerpos. Perdimos la capacidad de dar atención al que tiene olor y gusto. En lugar de eso, quedamos absorbidos con nuestros smartphones y computadoras”. Así, la importancia de cuestionarnos la terminología del turismo virtual.

Las metáforas, los neologismos, la connotación, son siempre bienvenidos, por supuesto, pero la reflexión también es mucho más que bienvenida.

Hacer turismo es una actividad que esencialmente nos recuerda y evidencia que tenemos un cuerpo. Un cuerpo que va y vuelve efectivamente, que siente lo incómodo de estar sentado por largas horas en los asientos del avión, pero también siente el aliento cuando puede levantarse y caminar por las calles de un nuevo destino. Un cuerpo que se alimenta y disfruta de la gastronomía local, un cuerpo que baila sin saber bailar canciones que nunca imaginó que pudieran existir.

Harari comenta también que “las comunidades físicas tienen una profundidad que comunidades virtuales no son capaces de alcanzar. Si yo estoy enfermo en mi casa en Israel mis amigos online en California pueden hablar conmigo, pero no podrán traerme sopa o una taza de té”. Relacionarse de lejos duele, es complicado, a veces, incompleto y el turismo como fenómeno social sabe muy bien sobre esto.

Aunque puedas pasear por Italia por medio de una pantalla, hace falta que tu cuerpo sienta el calor, el gusto y el impacto de tener al Coliseo (romano) resistiendo al tiempo delante de tus ojos. El turismo virtual no es turismo, es lo que tenemos por ahora y está bien, juega un papel importante, es una manera de promocionar destinos, entretener, pero no es, ni será suficiente nunca. Espero.

Rodrigues (1996, p. 76)  plantea que «o los flujos de turismo crecen estimulados por el imperio de imágenes, recursos ya ampliamente utilizados por las operadoras de viajes y por los usuarios individuales vinculados a internet, o, tal vez, pueden disminuir, en la medida que es posible viajar sin salir del lugar.»

Yo, consciente de que tengo un cuerpo, quiero – cuando sea posible – salir corriendo para abrazar todo lo que ahora está lejos, rehacer con sentimiento y presencia las conversaciones que fueron desarrolladas por medio de débiles y confusos mensajes y, obvio, conocer verdaderamente todos los destinos que solo «visité» por medio de fotos y paseos online.  Consciente de que tengo un cuerpo no quiero olvidarme de esto.

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Por Hadassa Paravizo de Brito

🇧🇷 Estudiante del último año de la carrera de Turismo de la Universidad de São Paulo. Fue becada para ir de intercambio a la Universitat de Barcelona y a la Universidad de Santiago de Chile. "Estudia viajando, viaja estudiando."

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