En plena conmemoración del Día Internacional del Trabajo el pasado 1 de mayo, Marath Bolaños, titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, anunció la reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas en México, tema que desde hace meses venía causando una gran expectativa en el país. Sin embargo, si se hace un ejercicio de análisis un poco más serio y más allá de la emoción, nos daremos cuenta de que la iniciativa, a pesar de tener una buena intención, solamente es un parche que intenta subsanar una realidad laboral gastada y rota para muchos trabajadores de múltiples gremios, entre ellos el turístico.
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¿De qué se compone la reducción de la jornada laboral?
Es importante entender que no será un proceso radical, pues implica una modificación al artículo 123 de la Constitución y se prevé que no sea hasta el 2030 cuando se instaure de manera “uniforme” en todo el país, faltando cinco años en los que podrían pasar y seguro van a pasar muchas cosas, porque no hay que perder de vista que existe un importante sector empresarial que no está del todo de acuerdo, a pesar del proceso de transición en el que se contemplan mesas de diálogo entre el sector público y privado.
Por otra parte, la iniciativa propone que la reducción de horas laborales no implique una disminución en el salario del trabajador, un escenario que parece demasiado bueno para ser real, por lo menos si se pone en balanza en contrapartida con casos que uno conoce, ya sea por experiencia propia o ajena, en que ni siquiera los estatutos actuales de la ley federal del trabajo se cumplen en su totalidad por un gran sesgo de informalidad que, sin darnos cuenta, está presente.
La informalidad en el sector turismo, un enemigo silencioso
Hablemos de números: según datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), hasta marzo del presente año la población con una fuente de trabajo en México se tasó en alrededor de 59.7 millones de personas, lo que representa el 97.8% de la población económicamente activa estimada en un total de 61.1 millones de personas. Dentro de ese mundo existe un 54.4% que trabaja en la informalidad.
Un dato interesante es que los estados que se encuentran en el top tres con mayor tasa de informalidad laboral (Oaxaca con 81.1%, Guerrero con 78.3% y Chiapas con 76.1%) a pesar de no estar entre los principales polos turísticos del país, son demarcaciones populares para el viajero por su riqueza natural y cultural.
El turismo en México genera 4 millones 944 mil empleos, aportando el 8.6 por ciento al PIB nacional, datos que hablan por sí solos de la importancia que tiene en el desarrollo económico del país, pero la pregunta aquí es: ¿Cuántos de esos casi 5 millones viven día a día en la informalidad?
Hay que empezar por entender que, al hablar de informalidad, también se debería tomar en cuenta a todas las personas que, paradójicamente, trabajan en “semiformalidad”, lo que significa que sus empleadores les dan muy a medias los beneficios que todo trabajador debe tener según la ley.
Mi historia, la historia de otros cientos de miles
En mi andar profesional como licenciado en turismo, he tenido la fortuna de trabajar en diferentes empresas del sector de todos los tamaños, y he vivido en carne propia las inconsistencias que existen en la estructura laboral del aparato turístico en el país.
Para ser preciso, tomaré solamente una de mis experiencias; alguna vez me desempeñé como guía de turismo en el Pueblo Mágico de Mazamitla en Jalisco. Un lugar que vive del turismo como la mayoría de los pueblos mágicos. Durante el año que trabajé para una agencia importante del lugar, pude constatar que ninguno o casi ninguno de los trabajadores que laboraban en hoteles, restaurantes, agencias de viajes, negocios de artesanías, etcétera, contaba con una regulación legal en su contratación y, por lo tanto, no tenía acceso a seguro médico o vacaciones pagadas y estaba expuesto a jornadas de más de 8 horas diarias sin el pago de horas extras, entre otras cosas que marca la ley. Y esto aún hablando de un pueblo que vive del turismo.
¿Cuántos lugares como Mazamitla habrá regados por todo México? Sitios alejados de la ley, envueltos en su propia realidad y regidos bajo sus propias reglas, que muy difícilmente van a llegar a acatar la jornada laboral de 40 horas ni un pago justo por trabajar más tiempo.
Este caso es apenas una señal de que, mientras la informalidad siga incrustada en lo profundo del sector turístico, la vida de cientos de miles de trabajadores no mejorará, por más reformas que intenten dignificar sus condiciones.