He visto que el ecoturismo tiene un enorme poder para transformar territorios. «El turismo basado en la naturaleza no solo mueve visitantes, también reorganiza dinámicas culturales, económicas y ambientales» (Honey, 2008). Pero no todo cambio es positivo. A veces, lo que se presenta como “desarrollo verde” puede convertirse en presión sobre comunidades y ecosistemas. «Incluso el turismo sustentable puede reproducir desigualdades si no se gestiona correctamente» (Boo, 1990).
Me pregunto: ¿cómo podemos impulsar el ecoturismo sin poner en riesgo la esencia natural y cultural de nuestros territorios?
Índice
Mirada global: ecoturismo y conservación
A nivel internacional, se reconoce que el ecoturismo tiene un enorme potencial. Según Ceballos-Lascuráin, «el ecoturismo debe ser una forma responsable de viajar a áreas naturales que conserve el ambiente y mejore el bienestar local» (Ceballos-Lascuráin, 1996). Sin embargo, también se advierte que puede generar tensiones: incremento de residuos, cambios en el uso del suelo y presiones sobre la biodiversidad. Para Honey, «la presencia masiva de turistas, incluso con buenas intenciones, puede alterar procesos ecológicos claves» (Honey, 2008).
Para mí, la pregunta central es: ¿qué tipo de turismo estamos promoviendo? ¿Uno que solo observa la naturaleza o uno que realmente la respeta y la protege?
Ecoturismo en Chiapas: riqueza y responsabilidad
Chiapas posee una riqueza natural y cultural extraordinaria, algo que forma parte de nuestra vida diaria. «La diversidad biológica y cultural del sureste mexicano es una de las más significativas de América Latina» (Toledo et al., 2001). Este atractivo impulsa el crecimiento del ecoturismo y genera oportunidades económicas. Pero también exige responsabilidad: más visitantes significan mayor presión sobre los recursos, más demanda de servicios y la posibilidad de que prácticas tradicionales se modifiquen para complacer expectativas externas (Boo, 1990).
Desde mi experiencia viviendo en Chiapas, he notado que el ecoturismo puede fortalecer el orgullo comunitario, crear empleos y fomentar la conservación. Pero también puede alterar dinámicas locales y generar desigualdades si no se planifica con visión social y ambiental.
Impactos socioculturales, económicos y ambientales
El ecoturismo puede traer beneficios, pero su impacto no siempre se distribuye de manera equitativa. «Las economías locales pueden depender del turismo de forma vulnerable, especialmente cuando los ingresos se concentran en pocos actores» (Scheyvens, 1999). Socialmente, los visitantes pueden influir en prácticas culturales, ritmos de vida y formas de organización comunitaria. Culturalmente, ciertas tradiciones pueden adaptarse o perder fuerza bajo la presión de la demanda turística (Honey, 2008).
En el ámbito ambiental, las actividades mal gestionadas pueden afectar ríos, bosques y fauna. Los senderos erosionados, la basura y el ruido son ejemplos de impactos que contradicen la esencia del ecoturismo (Boo, 1990). Por eso creo que, como futuros gestores del turismo, debemos promover prácticas basadas en ciencia, respeto y participación comunitaria.
¿Qué ecoturismo queremos?
He aprendido que un ecoturismo realmente sostenible no se enfoca solo en atraer visitantes, sino en preservar la vida y la identidad de las comunidades que dependen de la naturaleza. «La conservación debe ir de la mano con la justicia social» (Scheyvens, 1999).
Al final, me pregunto: ¿Queremos un ecoturismo que solo admire la naturaleza o uno que también proteja a quienes la cuidan, su cultura y sus territorios? La respuesta definirá si el ecoturismo en Chiapas se convierte en un motor de conservación y desarrollo o en una presión silenciosa que erosiona aquello que lo hace valioso. Solo con planificación, sensibilidad social y compromiso ambiental podremos asegurar un equilibrio real entre disfrute, protección y bienestar comunitario.
