El Lago de Atitlán: «el más bello del mundo»

Vista panorámica del Lago de Atitlán / Foto de Francisco Mejía

Inmerso en la América Central, el territorio guatemalteco se presenta ante el mundo como un paraíso, de geografía volcánica, hogar de culturas milenarias y santuario de ecosistemas donde la biodiversidad dibuja paisajes de belleza indescriptible. En el departamento de Sololá, a poco menos de 4 horas de viaje por carretera desde la ciudad de Guatemala, existe un lugar que se resiste a la masificación: el lago de Atitlán. Lugar al que se le reconoce como “el lago más bello del mundo”, y razones no faltan.

Considerado uno de los destinos turísticos imprescindibles de Guatemala, el lago de Atitlán tiene algunas características que lo hacen único y de gran interés para todo viajero en busca de experiencias genuinas.

Un lago con presente y pasado ligado a los volcanes

Mide aproximandamente 19 km de largo por 10 km de ancho en sus más amplias extensiones y tiene una profundidad de hasta 340 metros.

El lugar donde se encuentra el lago ocupa una caldera que se formó por la erupción de los Chocoyos hace miles de años, uno de los eventos naturales más potentes de los que se tengan registros en Centroamérica, ya que se estima que generó alrededor de 1,220 kilómetros cúbicos de cenizas. Aunado a esto, existen 3 volcanes en las periferias del lago: los volcanes Atitlán, Tolimán y San Pedro.

Esta inusual característica no solamente tiene un impacto significativo en los dotes paisajísticos del lugar, sino también en su clima y biodiversidad. Creando un escenario que podría parecer sacado de una película de ficción.

Una leyenda cuenta su origen

La humanidad, a lo largo de toda su historia, ha tratado de darle una explicación mística o poética a la belleza de los escenarios naturales de su entorno, y, por supuesto, el caso del lago de Atitlán no es la excepción. Más allá de la explicación de su compleja composición geológica, una de las tantas leyendas populares entre los pueblos y comunidades circundantes al lago dicta que en los tiempos ancestrales, mucho antes de la llegada de los conquistadores españoles, existió una princesa, la cual estaba enamorada de un noble guerrero que, lamentablemente, después de una fuerte batalla, murió.

La princesa, al enterarse, llena de tristeza, imploró a sus deidades que le permitieran verlo una vez más; los dioses, al ver la pureza de su dolor, decidieron otorgarle el lago como un espejo celestial incrustado en el valle para que ella pudiera ver el reflejo del rostro de su amado en la superficie. Razón que supuestamente explica el tono azul de sus aguas, tan azul como el cielo mismo.

Hogar de cultura viva

El rubro cultural es uno de los apartados más complejos y fascinantes del lago; la cuenca alberga numerosas comunidades indígenas, mayoritariamente tzʼutujil, kʼicheʼ y kʼaqchikel, con pueblos lacustres de larga tradición como Panajachel, San Pedro La Laguna, San Marcos La Laguna, Santiago Atitlán, Santa Cruz La Laguna, San Juan La Laguna, Tzununá, solo por mencionar algunos.

Sin embargo, a pesar de que la gran mayoría de pueblos y comunidades que han surgido en torno al lago a lo largo del tiempo son de origen maya y de los múltiples ramajes étnicos de esta cultura, existe una mezcolanza con pueblos nahuas; prueba de ello es el origen de la palabra “Atitlán”, puesto que “atl” significa agua, mientras que “titlán” significa «entre» o «junto a». Dando como resultado una traducción literal de “junto al agua” proveniente de una raíz etimológica náhuatl.

Al día de hoy, este sincretismo ha forjado expresiones culturales que todo viajero que visita el lago de Atitlán puede apreciar, por medio de turismo comunitario, complementando actividades variadas como paseos en lancha entre los pueblos costeros, senderismo y montañismo, además de deportes acuáticos como el paddle board y kayak.

Resguarda restos arqueológicos

Uno de los secretos mejor guardados del lago de Atitlán es que en sus profundidades resguarda restos arqueológicos mayas. En el año de 1996 se descubrió el asentamiento de “Samabaj” con una impresionante cantidad de vestigios que van desde restos de viviendas hasta monumentos de carácter religioso que al parecer estaban edificados en una isla que terminó por sumergirse a causa de un desastre natural resultado de la intensa actividad volcánica de la región.

El tema ha sido de gran interés para la comunidad internacional, motivo por el cual la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) organizó una misión científica en el 2017 a cargo de la arqueóloga mexicana María Helena Barba Meinecke, quien es responsable del programa de arqueología subacuática de la península de Yucatán del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH), con la finalidad de crear un plan de gestión y conservación de la mano con las autoridades y comunidades locales, hecho que derivó en una nueva misión de investigación efectuada en marzo del 2022.

Guatemala ha encontrado en el turismo cultural y de naturaleza un nicho que coloca a la nación centroamericana como un destino en crecimiento, donde lugares como el lago de Atitlán son la invitación para vivir experiencias de viaje altamente significativas para el viajero.

Arturo Escobedo: 🇲🇽 Redactor y asesor editorial, estudiante de posgrado con beca CONAHCYT en la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina. Licenciado en Turismo por la UAEMéx y Gestor Cultural por la Universidad del Claustro de Sor Juana, con proyectos realizados en México, Perú y Colombia.
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