Fiestas populares argentinas: el caso de la ciudad de Ayacucho

Exhibición carruajes del Museo Histórico Regional de Ayacucho en el Paseo Peatonal Colón

Argentina siempre ha sido reconocida mundialmente por la rica historia y cultura que la habita (la majestuosa Buenos Aires y su tango), por su diversidad natural (cataratas, glaciares, montañas, selvas, valles, quebradas y pampa), como así también por sus talentos (Gardel, Maradona, Messi). Pero la Argentina aún es mucho más que esto.

A lo largo y ancho del país, dada su diversidad geográfica-económica, cada comunidad, cada rincón tiene algo que hace de su lugar un sitio autentico: sus tradiciones.

Allí es donde nacen las Fiestas populares argentinas con el simple fin de rescatar eso que nos hace únicos, lo que caracteriza y da una marca de identidad a cada región.

Esta es, sin duda, un evento cultural colectivo, que se pone de manifiesto durante su celebración, rescatando y compartiendo sus propias tradiciones. Convirtiéndolas en el patrimonio intangible de toda la sociedad.

El caso de Ayacucho y su fiesta nacional del ternero y día de la yerra

Con tan sólo alejarnos unos 300 kilómetros de la Capital Federal, allí donde el ruido y la velocidad se extinguen en la pampa, llegamos a Ayacucho. Una pequeña ciudad rural ubicada en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Sustentada principalmente en la producción agropecuaria, siendo la mayor productora de terneros del país.

Puente ferroviario Galpón Espectáculos, Ayacucho

Y que además, se halla enmarcada por la historia y la literatura, considerada pagos del Martín Fierro (ya que, en dicha obra literaria, Ayacucho es el único sitio al que se hace referencia como posible epicentro de la historia) y también reconocida por la travesía emprendida por los caballos gato y mancha (que unieron Nueva York y Buenos Aires).

Ayacucho es folklore y tradición. Y ello quedó demostrado desde aquel día, en la Estancia San Bernardo, cuando se decidió que la fiesta de la yerra debía de ser compartida con todo el pueblo. Desde sus inicios, se ha trabajado para homenajear al trabajador rural y poner en valor sus costumbres, haciendo de la Yerra una gran fiesta, que llega hoy a celebrar su 46ª edición.

Es así, que cada año, Ayacucho reafirma su sentido de pertenencia abriendo sus tranqueras a los visitantes para compartir con ellos su evento.

Expo Ayacucho en la Antigua Sociedad Rural

Llega el mes de marzo, y las calles se pueblan de alegría y espíritu festivo: con sus características banderas o decoraciones alusivas, alguna prueba de rienda en la chacra municipal, y con las canciones que comienzan a sonar durante el Certamen de Canto folclórico.

Mientras se espera la llegada del momento más ansiado por toda la comunidad: La declaración del estado de Yerra, durante la ceremonia en que se realiza la marcación del ternero (yerra), para luego dar inicio a una semana de actividades culturales-tradicionalistas y la recepción de visitantes, que culminaran con la coronación de la nueva soberana.

Durante la semana de la fiesta, la alegría, el folclore y la tradición se apoderan de la ciudad: entre peñas, fogones populares que dan el colorido especial con sus asadores, que enmarcan el trayecto de una de sus avenidas principales. Además de la realización de diversas actividades en adhesión: remates, espectáculos de destreza criolla, exposiciones y variadas ferias artesanales y gastronómicas. Sin dudas, las noches más importantes comienzan con la apertura de su patio de tierra (uno de los puntos de encuentro centrales), allí donde se conjuga la alegría entre visitantes y vecinos, para disfrutar de su escenario principal, donde se difunden músicos locales y se presentan artistas de renombre.

Peña Oficial
Decoración tradicional en acceso a la Peña Oficial

Luego de una semana de celebración, la fiesta comienza a despedirse con su característico desfile tradicionalista (único, majestuoso, a cielo abierto). Para luego, finalizar con la coronación de la nueva reina (quien será la embajadora de esta, en otras fiestas regionales y nacionales).

Quedando en el recuerdo una fiesta esplendorosa que aún promete mucho más. Sabiendo que, a pesar de los imprevistos, siempre habrá una comunidad receptora dispuesta a unirse para compartir sus raíces y disfrutar con sus visitantes. Despidiéndolos hasta el próximo año, cuando Ayacucho vuelva a abrir sus tranqueras.

Lucila Magaldi: Licenciada en Turismo. 28 años. Argentina, Buenos Aires. Creo en el desarrollo social y sostenible, la promoción y el debate del turismo.
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