Rancho Yukayeke Macao en Higuey Republica DominicanaRancho Yukayeke Macao en Higuey, La Altagracia, Rep. Dominicana / José Calderón

Los seres humanos que han viajado desde su creación, hemos encontrado en esta actividad una forma de evolucionar, ya que en cada viaje aprendemos y descubrimos algo nuevo.

Además de importante, puede resultar divertido que en cada viaje que hacemos, sin importar si es de ocio, investigación, científico o de retiro, aprendamos de las diferentes culturas, pues nos permite entender su forma de ser y vivir, lo que sienten y gustan.

La presidente de Sri Lanka para el 2016, Maithripala, afirmó en la Conferencia de la OMT “Tourism, a catalyst for development, peace and reconciliation” (El turismo, catalizador del desarrollo, la paz y la reconciliación), celebrada en Passikudah (Sri Lanka) entre el 11 y el 14 de julio 2016:

“El turismo es un vehículo de confianza y buena voluntad. El entendimiento entre culturas puede cambiar actitudes y contribuir a la paz. El papel del turismo en la consolidación de la paz también se materializa a través de su contribución a la reducción de la pobreza y la conservación cultural y del medio ambiente”. 

Así vemos cómo el turismo promueve la paz mientras conocemos culturas, pero esto puede ser a la vez una gran desventaja. Existen dos fenómenos que nos restan como comunidad cada vez que adoptamos rasgos culturales de otros pueblos: la aculturación y la transculturación.

La aculturación es el proceso en el cual un individuo o grupo social recibe otra cultura, adaptándose a esta e incorporándola como suya, creando así una nueva clase de cultura diferente a la suya y a la ya recibida. Estando compuesta por ambas, este fenómeno se puede ver mejor con las colonizaciones: cuando un pueblo es colonizado por otro, ambos aprenden de la otra adaptándose y mezclándose, creando así nuevos hábitos, platillos, estilos de baile y música e incluso religiones.

La aculturación se ve muy a menudo en los millennials, esta generación que viaja con mucha frecuencia llena de energía y deseos de conocer el mundo y otras personas, por lo regular cambian su forma de hablar, utilizan palabras de otro idioma en sus oraciones, gestos y suelen actuar y tener creencias diferentes a las de su procedencia. A esto ellos le llaman “experiencia de conocer nuevos mundos”.

Lo malo de estas “experiencias de conocer nuevos mundos” es que en muchas ocasiones nos lleva una transculturación. Que no es más que el proceso en el cual un individuo o grupo social recibe otra cultura, adoptándola como suya, no creando una nueva o tercera clase de cultura, sino obviando la propia cultura de manera parcial o en su totalidad.

Esta situación se puede dar cuando se emigra a países por un tiempo largo o ilimitado, así como por la colonización u otras razones, teniendo así que aprender sus costrumbres, tradiciones, lengua, etc.., las consecuencias que trae con singo son varias como olvidar el idioma natal, cambio de religión, gustos de música y o apreciación de alimentos.

Nota: El término transculturación se generó en el terreno de la antropología a partir del año 1940; el concepto lo ideó el cubano Fernando Ortiz (1881–1969), quien es señalado como el responsable de acuñar la noción en el marco de sus estudios sobre el contacto cultural entre distintos grupos.

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Por José Calderón

Estudiante de Administración Turística de la Universidad Católica del Este UCADE, con más de cuatro años en el área de servicios turísticos de la industria hotelera. Desarrollador de trabajo en equipo, liderazgo y gestión de conflictos. Ambientalista y amante de la cultura, con toda una vida en el servicio comunitario, socio activo de Rotary Internacional.

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